domingo, 28 de febrero de 2010

Despedida

- Seré sincera; tú me preocupas. ¿Seguro que estarás bien?
- Seguro. Despreocúpate.
- Sabes que si no fuera necesario, no me iría. No tengo opción, no puedo rechazar la oportunidad que se me presentó.
- Lo sé. No necesitas cuidarme, soy un adulto. No dependo de nadie para sobrevivir.
- Todos necesitamos apoyarnos en alguien.
- Mis problemas, algunos de los cuales conoces (y otros no), sólo los puedo resolver yo.
- OK. Esta conversación no va a ningún lado. No era mi intención molestar o incomodarte. Sólo queda despedirme.
- Te deseo todo el éxito del mundo. No creas que no aprecio todo lo que has hecho por mí. También lo que has intentado hacer...

Cuando lo abrazó sintió la extrema necesidad que tenía él de alguien. Necesidad que, por supuesto, jamás reconocería. Aunque, quizá, en el fondo del asunto tenía razón: si él mismo no decidía salir de ese proceso autodestructivo, nadie podría ayudarlo.

Miró directo a sus ojos. Le dedicó una última sonrisa y abandonó el lugar en silencio. No era poca la tristeza que le causaba dejar al que fue su jefe y compañero por 5 años.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Tuiteando espero


Desde la primera vez que leí acerca de Twitter me pareció una aplicación simpática. Con Facebook me pasó exactamente lo contrario. Tiene muchas cosas que me resultan odiosas (un sólo ejemplo: tanta invitación que llega para unirse a grupos tan tarados como "Yo me acuesto en la noche", "Yo me lavo los dientes en la mañana", "A mí también me meó un perro"). Sin embargo, no puedo negar que en cierta forma también me resulta útil. Aunque actualmente lo use muy poco.

Volviendo a Twitter, debo decir que al comienzo me costó. Resulté un poco burro para entender ciertos aspectos del sistema, entre ellos los variados anglicismos y siglas como RT, TT, ff, DM, entre otros, que tanto se utilizan -y tanto fascinan a algunos- al tuitear. Más me costó entender el tema de las listas. Pero actualmente, sin ser un experto -y lejos estoy de serlo-, al menos no naufrago en las aguas tuiteras.

El problema es que uno se va entusiasmando y cae en la dinámica de dedicarle progresivamente mayor cantidad de tiempo. Fácil es caer en excesos. Vivir para contar todo lo que se hace. Si uno está aburrido esperando locomoción, o va viajando, y tiene un teléfono que lo permite, es natural "aprovechar" ese tiempo en Twitter. Pero junto a la mesa, en un almuerzo familiar de domingo, ponerse a tuitear que hay de menú... ¿No será mucho?

Notas al margen:
- Sobre los grupos tarados en FB: Incluso apareció un grupo que se llama "Ya me harté de la cantidad de grupos tarados en Facebook"... ¿No me cree? http://www.facebook.com/group.php?gid=8310505534
- Tanto egocentrismo que se ve en los grupos de FB, casi todos comienzan con "Yo...", "A mí..."
- Ruego se me disculpe la castellanización del término (tuitear). Hoy mismo el blog de Twitter publicó un post en que lo conjuga "Yo twitteo, tú twitteas, nosotros twitteamos...". El problema es que a mí me molesta la W.
- Un dato no menor: me he dado cuenta que cuando se cae Twitter, algunos casi se vuelven locos. Espero no llegar a pertenecer a ese grupo. Pero como ya dije, este asunto es progresivo...

jueves, 18 de febrero de 2010

Number I y compañía


Number I, Cargado originalmente por Manomora

Este es uno de nuestros perritos. La historia de cómo llegaron a nosotros es larga y triste, así que no la contaré. Sólo diré que en un sublime arranque de creatividad a este pequeño le di por nombre Number I, y a sus hermanos Number II, Number III y Number IV...

Sí, lo sé, ponerle nombre a las mascotas nunca ha sido lo mío...

domingo, 14 de febrero de 2010

Lejos

Conversaban, reían y dejaban atrás calles y más calles, pero él tenía una pequeña inquietud en el alma, un pequeño malestar, sin querer asumirlo. No es el momento, pensó, encantado de tenerla tan cerca, mirarla, escucharla, sentirla. Cuando ella bajó del auto y se despidió, con un beso al aire, sólo en ese momento vio todo con mayor claridad, y aceptó que las cosas no eran como antes de la caída, que ambos sólo habían fingido normalidad. La observó hasta que se perdió a lo lejos, entre la gente, los árboles, los prados y los añosos edificios de la universidad.