lunes, 9 de noviembre de 2009

De ayer, bicicletas y el cura Gatica

Ayer domingo, como de costumbre, me costó un mundo levantarme. Pero tenía que hacerlo, y temprano, por un compromiso adquirido con bastante antelación: la gran Cicletada.
Cicletada sin bici. Estuve tentado a titular así este post, debido a que casi me quedo abajo del mencionado evento por falta del implemento mínimo y obvio. La última bicicleta que tuve fue vendida hace vaaarios años, y por ende, estaba obligado a conseguir el préstamo de una, gestión que dejé para el final, digamos noche del sábado y mañana del domingo... Todo un ejemplo para el grupo de niños que me corresponde liderar en nuestro club infantil-juvenil...
Mi primer vehículo de 2 ruedas. Tenía unos 8 o 9 años, quizá menos, cuando apareció en la casa una bicicleta azul, nuevecita, bien monona, el sueño de cualquier niño chico de aquel entonces -claramente hoy el sueño es un Nintendo Wii o una PS2, 3 o 4-. Yo inmediatamente me imaginé pedaleando a toda máquina sobre ella, cruzando raudo nuestro pequeño pueblo, pero... Oh, sorpresa, era el regalo de cumpleaños de un primo. Con el tiempo el primo creció, y la bicicleta azul quedó para mí. No, la verdad, no fue tan así. Tengo un hermano casi de la misma edad y la heredamos ambos. Él y yo. Nunca fue "mi bicicleta", sino "nuestra bicicleta".
La historia de mis primeros "chuteadores", o zapatos de fútbol, es idéntica a la anterior. Calcada.
No ser cura Gatica. Volviendo a la Cicletada, estaba obligado a participar. Para no ser cura Gatica. Porque me ha dado por andar entregando consejos a la gente. Para la depresión, para la obesidad, para el insomnio, para cualquier mal receto lo mismo: caminar, aire puro, hacer deporte. Como mínimo. ¿Quién soy yo para dármelas de consejero de salud o de cualquier cosa? Nadie, pero igual lo hago. Y es que a mí me resulta, porque cada vez que me siento triste o frustrado, salgo a caminar solo al campo y eso me ayuda bastante a mejorar el ánimo.
Entonces no podía dejar de participar. Todavía más porque he dado poco trabajo a mis músculos en el último tiempo.
Y pedaleamos. Encontré una bici. No en las mejores condiciones, pero tampoco me dejó botado en el camino. Por irresponsable, tampoco podía pedir más. Fue una experiencia buenísima, totalmente recomendable. Recorrimos aproximadamente 20 kilómetros de lindos paisajes, subidas, bajadas, curvas, piedras y harto barro. Llovió.
Todo lindo, excepto algunos dolorcillos por aquí y por allá. Mal que mal hacía años que no me subía a una bicicleta.

3 comentarios:

Bleid dijo...

hola manomora
hay que ponerse culot para evitar esos dolores, jejejej
yo hace mucho que no subo en bici pero tengo muchas ganas
saludos

Gabriel Cruz dijo...

Qué padre experiencia. Lo de los dolores es comprensible, la falta de ejercicio suele provocar eso y claro, no olvidemos lo duro y doloroso que puede ser el sillín ¡¡se le entierra a uno en el trasero!! :D

Manomora dijo...

jajajaj... no conocía esa palabra, "culot". Recomiendo totalmente salir en bici, los dolores (cuando uno no la ha usado en mucho tiempo) pasaron a los 2 o 3 días... quizás 4... o ....