domingo, 28 de febrero de 2010

Despedida

- Seré sincera; tú me preocupas. ¿Seguro que estarás bien?
- Seguro. Despreocúpate.
- Sabes que si no fuera necesario, no me iría. No tengo opción, no puedo rechazar la oportunidad que se me presentó.
- Lo sé. No necesitas cuidarme, soy un adulto. No dependo de nadie para sobrevivir.
- Todos necesitamos apoyarnos en alguien.
- Mis problemas, algunos de los cuales conoces (y otros no), sólo los puedo resolver yo.
- OK. Esta conversación no va a ningún lado. No era mi intención molestar o incomodarte. Sólo queda despedirme.
- Te deseo todo el éxito del mundo. No creas que no aprecio todo lo que has hecho por mí. También lo que has intentado hacer...

Cuando lo abrazó sintió la extrema necesidad que tenía él de alguien. Necesidad que, por supuesto, jamás reconocería. Aunque, quizá, en el fondo del asunto tenía razón: si él mismo no decidía salir de ese proceso autodestructivo, nadie podría ayudarlo.

Miró directo a sus ojos. Le dedicó una última sonrisa y abandonó el lugar en silencio. No era poca la tristeza que le causaba dejar al que fue su jefe y compañero por 5 años.

3 comentarios:

DianaCB dijo...

Ahhhh..que interesante, las sensaciones humanas, los porqué, los cómo,los para...tu narración crea ambiente, invita a cuestionarse, MUY BIEN.

Saludos Animosos

Gabriel Cruz dijo...

Manomora, qué interesante relato, no es un diálogo común ni tampoco circunstancias comunes, por ello la historia sugiere momentos y una historia interesante.
Saludos mi estimado, qué bueno saber de ti y que dentro de lo que cabe, todo está bien.
Va mucha buena vibra para vos!!...

Manomora dijo...

Gracias por sus comentarios Diana y Gabriel! Debo decir que este post lo había programado desde antes. Se autopublicó. No se me hubiera ocurrido subir nada ajeno al terremoto hoy. Es más, sólo volvió mi señal de internet hace un par de horas.

Saludos y abrazos!!